viernes, 18 de mayo de 2012

Prueba de un clásico.



Esencia: Aquello que constituye la naturaleza de las cosas, lo permanente e invariable de ellas y por lo tanto lo más importante y característico de las mismas.

Esta es la palabra que define perfectamente a la Triumph Bonneville T100.

Hoy toca un homenaje. Este año se cumplen 110 años del nacimiento de la marca de motos Triumph, la más antigua, la primera y que aún sigue en funcionamiento viviendo momentos de esplendor.





Otra vez es a Mundimoto a quien debemos agradecer la prueba de este modelo y la verdad es que es una moto que hace años que tenía muchas ganas de probar. Estéticamente es una moto que siempre me ha gustado, llama la atención su sencillez y la marca ha sabido mantener los rasgos que la identifican a lo largo de tantos años con pequeños retoques, casi imperceptibles pero que la mantienen vigente.

Seguramente es la moto que soñaron nuestros padres, normal, por que es preciosa y en aquella época debía ser una autentica superbike, al alcance de una minoría muy selecta.

Hay que tener en cuenta que este modelo se produce desde el año 1959 casi de forma ininterrumpida, siendo uno de los modelos en el mercado con más solera. Hay que mencionar también a la Vespa, otro modelo que sigue en producción, pero que ha sufrido muchos cambios sin perder la identidad. En la Triumph Bonneville eso no pasa por que apenas ha cambiado. A simple vista es la misma pero han mejorado los componentes, la calidad de materiales y todo ello hace que sea un gran conjunto.


En marcha es muy agradable, todo va a la perfección y es muy sencilla de conducir. Es un conjunto muy equilibrado.

Nunca me había sentido tan observado sobre una moto y es que esos cromados le sientan bien.

Las prestaciones son equiparables a las de cualquier moto lógica de cilindrada media.

Me ha dado la sensación de ser una especie de máquina del tiempo, por varios motivos. El primero por su estética, ya que es una moto actual pero que parece que tuviera 50 años. El segundo motivo es por que una vez en marcha el tiempo transcurre de otra manera, se respira sosiego y entran ganas de circular sin prisa, disfrutando de conducirla a la vez que saboreamos el paisaje y sentimos el aire en la cara. Todo eso es un placer.

Cada día tengo que hacer una gran distancia de mi casa al trabajo, unos 55 minutos con una moto media y polivalente. Mi camino transcurre por carreteras comarcales, atravesando diferentes localidades y algunos villorrios o llogarets como les llamamos aquí. Hoy con la Bonneville he tardado 5 minutos más de lo normal. Pero es que hoy he venido paseando al trabajo, tranquilamente, viendo cosas que nunca había visto hasta ahora, paisajes y perspectivas que me pasaban desapercibidos, todo ello por el mismo camino, la mismas carreteras.

Lo comparo a un paseo con nuestro famoso tren de Soller, pero mucho más confortable y conduciendo yo. De ahí esa sensación de máquina del tiempo.

Vamos a disponer de esta moto más o menos de una semana y con toda seguridad aprovecharé para irme a dar otra vuelta con ella.

Sólo le he encontrado a la moto un defecto, en mi opinión bastante grande y es que el asiento, pasada casi una hora de conducción me ha resultado muy duro. En este caso la estética ha ganado a la comodidad.

Me consta que Triumph tiene un asiento opcional mucho más cómodo para este modelo de moto y que en mi opinión es imprescindible.

Sin ninguna duda será mi moto cuando me llegue la jubilación.

Carlos Llabrés
IMM Rent and Tours.



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